En Satan’s Reliquary somos expertos en el tratamiento de la plata y en las técnicas necesarias para su transformación. Comprobamos cada gramo recibido de los proveedores para asegurarnos de que nuestras piezas cumplan con los estándares de calidad que caracterizan nuestro trabajo.

 

Al igual que el oro se identifica con el sol y antiguamente se creía que era producido directamente por éste, la plata se identifica con la luna, y ocurría exactamente lo mismo; todas las virtudes y características de la luna, debían encontrarse en la plata. De hecho, existen referencias que aseguran que la palabra “lūna” (luna) fue la primera en utilizarse para nombrar este metal.

 

No creo que sea necesario dar toda la lista de relaciones simbólicas con este metal (como la correlación: luna, noche, mar, feminidad, creatividad, lunatismo (locura), genio, posesión, diablo, etc.), pues podría ser interminable.

 

Un repaso superficial a la etimología:

Silver (inglés), Silber (alemán)…

Según las fuentes públicamente más respetadas, el vocablo godo “sillubr”, sería -bajo las influencias inglesas, suecas y alemanas- , el origen de “silver”.

Por otro lado, las palabras anglosajonas “seolfor” y “siolfor”, son el origen del inglés “silver” y las germánicas “silabar” y “silbir”, lo son del alemán “silber”.

Argent (catalán, francés)…

En Grecia se llamó “argyros”, de la raíz indo-europea “arg-“ (blanco, brillante), que el latín convirtió en “argentum” (“argentum infectum” significa “plata en bruto”).

De aquí proviene también el símbolo químico “Ag”.

Plata (español), prata (portugués)…

Del latín “platus” (plano, o plancha metálica), posiblemente por lo manejable y fácil de aplanar que resultaba.

 

La plata es el metal más blanco, de más poder reflector, y el mejor conductor de calor, energía y electricidad que existe.

 

La plata de ley contiene 925 partes de plata y 75 partes de cobre. El cobre se utiliza para endurecer algunas aleaciones.

 

Si con los años la pieza pierde brillo, o se oscurece levemente, es posible limpiarla con un trapo de algodón mojado con gasolina de mechero, o con cualquier producto especializado para tal efecto (tipo “algodón mágico”, adquirible en la mayoría de droguerías).